Soy una mujer / Raquel Mejuto Canaval

El borde del vestido estaba empapado de mar. Las olas iban y venían acariciando los pies desnudos, de vez en cuando el agua arrastraba la arena dejándola colgada en el aire.
Se acercó una figura femenina tan solo vestida con una hoja de parra.
Se estableció una conversación entre ellas que iba y venía como las olas....

-¿Tú quién eres? -preguntó la recién llegada.
-Soy una mujer
-¿Tú también le diste la manzana a Adán?
-Yo me comí la manzana.
Una nube negra salió del mar y las empapó, quitaron las ropas y quedaron intemporales. Desnudas continuaron la conversación en torno a la manzana.
La resaca iba arrastrando los trajes lejos de la playa después de perder las piedras que los sujetaban con un golpe de mar. Con cada piedra se hundía un mal.
-Pero, ¡tú eres una mujer de verdad!
Las gotas de agua dulce resbalaban por el pelo y por la piel de la mujer hasta mezclarse con el agua salada. Las olas golpeaban con fuerza las piernas desequilibrándola pero en vez de caer se mantuvo en pie danzando de una forma armoniosa.
-Soy una mujer.

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