Relatos cortos de Raquel

Rula

Después de toda una vida descolorida e insulsa, de aquí para allá sin oficio ni beneficio, heredé de mis padres una casita con su gallinero y un pequeño espacio para hacer un jardín o un huerto. Me decidí por este último, remocé la parcela y la aboné para, finalmente, plantar en ella mis hortalizas favoritas. Pasaba todo el día cavando, quitando las malas hierbas e ideando un sistema de riego que me permitiera aprovechar en gran medida... 
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