POR EL OJO DE LA CERRADURA, Netty del Valle

Marcada por la costumbre de una época que no quiere recordar, sus padres la comprometieron en matrimonio a los dieciséis años, utilizándola como parte de un objetivo social que garantizaba la perpetuidad de la familia; procrear sin control, hasta que se le agotaran los óvulos y la abandonara la fertilidad.  

Parió nueve hijos. No solo fue un objeto social sino un objeto de placer para su marido quien ignoraba todos sus derechos y, por lo tanto, ella debía obedecer y callar por temor a ser sojuzgada por un hombre esculpido por una colectividad machista y patriarcal, inficionada de hipocresía y despotismo, cuyo fin era afianzar la autoridad y la masculinidad. ¡No importaba nada más!  

Bajo este sistema de represión transcurrió este matrimonio mal habido orquestado por un hombre que la mantuvo cautiva en una cárcel de silencio y de miedo. 

¡No más! murmuró una tarde cuando se encontraba sentada en la mitad del patio bajo la sombra de un trupí y se distraía con la cabeza de sus hijos sacando con una peineta, piojos y liendres que caían en un paño blanco a los que luego mataba uno por uno, con la uña del dedo pulgar de su mano derecha. A nadie le preocupaba la porquería de vida que llevaba, siempre viviendo en función de otros: guisando en el binde de carbón, sacando la mugre del cuerpo a sus nueve hijos, lavando sábanas meadas, preparando biberones de agua de panela con leche y brillando con ceniza y jabón de la tierra, los trastos sucios que se apilaban en la cocina. ¿Cómo salir de un mundo desigualitario regido por el dominio masculino? ¿Cómo podría ser ella misma sin sometimientos ni censuras? Ese grito silencioso que pronunció la tarde que espulgaba piojos, fue el resultado de un largo viaje al fondo de sí misma para descubrir su propia interioridad…  

Con sangre fría, dejó todo organizado en el hogar, se vistió con el traje de algodón adornado con coloridos estampados que muy bien le sentaba, se roció un poco de perfume detrás de la nuca, se acarició el cabello y partió.  

4 comentarios:

  1. Me resulta muy fuerte este relato. Madre como soy, me imagino capaz de cualquier sacrificio e incapaz de dejarlos; de hecho, cuando escuchaba historias de madres que se habían ido con otro hombre y habían dejado a sus hijos no lo podía entender. Sin embargo, es comprensible el hartazgo y la opresión que sufría esta mujer.
    Ojalá algún día estas realidades machistas y retrógradas queden olvidadas en la historia.

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  2. Una dura decisión influenciada por comportamientos opresivos y netamente machistas.Cálido abrazo.

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  3. Ese grito silencioso .interno fuerte y tenaz como patada de burro fue el suspiro liberador el climax que nuevamente la arrojó a la vida MARAVILLOSO CUENTO !!

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  4. Crudo relato. Gracias .como siempre asertiva.

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