Mis breves 55 años o no hay mucho que contar / Raquel Mejuto Canaval

Yo. Autobiografía real o de ficción

Yo nací en una estación de tren, en un "vagón de tercera", después de las fiestas del San Martiño y lloviendo.
Mi madre, Isabel, parió mis cuatro kilos en casa con la única ayuda de Lola, mi tía. Mi padre, David, esperaba. Mi hermana la mayor, Esther, se enteró en el último momento pero los más pequeños David e Isabel deseaban hacía tiempo mi nacimiento.
Me apadrinaron el jefe de estación Pio y su mujer Luísa y me llamaron Raque...l como a una de sus hijas.
El cura me añadió el María.
Me inscribieron como María Raquel Mejuto Canaval a pesar de que mi madre y toda su ascendencia y descendencia es Canabal. Un escribiente malvado que me dotó así de mi perenne inseguridad.
Crecí en la carnicería de mis padres hasta que enfermé de gravedad, mi hermana Margarita naciendo me devolvió a la vida y hablé a los dos años y tres meses “o moneco chora” dije y seguí viviendo.
Cuando tenía cuatro años nos cambiamos de casa y de lugar y nació mi hermano pequeño al que decidimos entre todos llamarle Manuel y así darle una sorpresa a mi tío.
Mi tío Manuel murió cuando yo tenía diez años y la tristeza se convirtió en miedo que cada cierto tiempo me invisibiliza.
Sí yo soy la cuarta de una familia numerosa que nunca dejó de crecer, algunos se fueron pero la mayoría seguimos viviendo en esta especie de comuna en la que siempre hay algún invitado.
La escuela, el instituto y la universidad pasaron muy lentamente por mi vida, a intervalos, cuando me hacía visible.
Mi único trabajo remunerado, como arqueóloga, me llegó casi en la mediana edad. Fue un período muy breve que irónicamente recuerdo con simpatía.
Luego la escritura me sedujo y sigo viviendo.

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