La mosca cojonera / Núria Burguillos


El otro día vino la policía y puso la oficina patas arriba. Buscaban pistas. En el ordenador, en la mesa de Pepa, en los armarios, por todos los rincones. Me acribillaron a preguntas porque soy la última persona que la vio antes de desaparecer sin dejar rastro. Aunque yo no diría tanto, la verdad, porque la última imagen que recuerdo de ella es cuando se subía a un descapotable rojo, con un morenazo, y me saludaba con sus aspavientos habituales. Me quedé boquiabierta porque me pareció excesivo que se lo montara con un putero en la misma puerta del trabajo. ¿Pero por qué hace eso, por qué lo hace?, me estuve preguntando un largo rato.

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