Hijos del maíz / Alba Eva Gómez Querves


Los caballos corrían a diestra y siniestra por toda la explanada, queriendo dejarlos temerosos, desconfiados, perplejos.
No hay día en el cual los reyes y capitanes se reúnan en búsqueda de alguna solución para que el pueblo no sucumba ante tanta maldad.
Las princesas son llevadas a una pirámide lejana, sobre las costas de Tulum, donde el mar y el cielo se hacen uno, y las crestas espumosas de las olas altas, rompen contra las viejas paredes de la ciudad sagrada.
Para el joven jefe de las tropas mayas de ChichènItzà, es muy difícil llevar a las muchachas por un camino seguro y poco transitado por las bestias españolas y sus jinetes, más sabiendo que entre ellas lleva a la flor de sus sueños, a la niña de sus ojos, la que su padre además, ha elegido para mujer de su hijo, NicteHa, princesa de agua.
El jefe las apura y las libra en varias oportunidades de ser robadas por los soldados, que poco a poco van conociendo bastante esas tierras húmedas, calientes y escondidas entre una vegetación ensortijada de ramas, flores, monos, iguanas y serpientes.
Avanzan, no sin dificultad, y llegan al amanecer cuando un sol de oro y rubíes cubre el telón azul en forma de cielo de Tulum. Las mujeres se instalan rápidamente donde pueden, quedándose juntas, sentadas en línea, con los ojos cansados y tristes sin pensar en nada, solo agradecidas de estar vivas…
El joven capitán las deja pero no puede evitar buscar a Nicte-Ha con la mirada, para descubrirla sentada al pie del alto templo.
—No subas la escalera princesa, le dice, mientras la toma delicadamente de la mano.
La joven le sonríe y aparta tímidamente de su rostro un mechón de pelo rebelde que le tapa medio ojo.
—No lo haré, responde.
Sin mediar palabra, los dos jóvenes, descalzos, sin las cintas y las vestiduras que indicaban que eran de sangre real, sonriendo como niños y sintiendo sobre los muslos, el vientre, el agua helada del mar Caribe, se dejan ir, sin esfuerzo para amarse y dormir para siempre en el lecho silencioso y obscuro del fondo del inmenso mar.

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