CONCIENCIA DE MUJER, Graciela Tórtora

Desde pequeña tuvo conciencia de su condición de mujer. Escuchaba a su madre decirle a su padre, que no era su culpa que fuera una mujer el único hijo que habían tenido. Que ella hubiese querido darle un “machito”, pero que esto lo decidía Dios. Eran discusiones tremendas, horribles. 

Ya en la escuela, supo que era linda. Sus compañeras la envidiaban, los compañeros le obsequiaban chocolates. 

Cuando cumplió los 16 años, tuvo su primer novio. La atormentaba a celos, le exigía polleras más largas, perfumes menos provocativos, no quería que siguiera estudiando, no la dejaba respirar sin corregir su manera de hacerlo. 

Se empezó a sentir cada día más asfixiada por la vida que le había tocado vivir. Odiaba ser mujer. 

Un día se cansó de tanta opresión. Mandó a pasear a su novio. Les dijo a sus padres que los amaba pero que nunca les iba a perdonar que no la hubiesen valorado y querido. Juntó sus pocas cosas y se fue. 

Había conocido a alguien que la valoraba, que le decía lo linda e inteligente que era, que ser mujer era maravilloso. Le creyó. Se unió a un grupo de rebeldes “sin causa”. Pasó hambre, vivió como gitana durante años, en casa de uno o de otro, pero no aflojó en sus estudios ni en su relación. 

Hoy, ya pasados 40 años, es una mujer feliz, orgullosa de serlo, madre de unos bellos mellizos, médica psiquiatra y está felizmente unida a Mercedes, su gran amor que le hizo darse cuenta de lo hermoso que es ser mujer.  

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